lunes, agosto 17

Ahora

lunes, agosto 17
Sofía despierta, en un día como todos los ya pasados; un día casual, normal y corriente. Pone a sonar algo de música; se decidió finalmente por algo de Carlos Alberto Solari. Luego abre de par en par la ventana. Poco le importa el frío que marca el termómetro del noticiero, pero sí puede sentir el hielo en sus blancos dedos del pie. Como todas las mañanas, salió e su cama apresurada sin ponerse las pantuflas.

—¿Dónde he dejado el sostén?— Se pregunta dando vueltas en círculo. Odia tener que usarlo, pero es otra de las tantas reglas femeninas a seguir, sin objeción. Debe vestirse rápidamente luego de la ducha bien caliente.

Sale del baño con su pelo totalmente mojado y sus mejillas hechas un fuego. Derrama algunas cuantas gotas en el camino y desaparece en la cocina. El café es su complemento necesario para cada mañana. Empuja el tarro de azúcar con un tonto movimiento. Éste estalla en varios pedazos. Barre los vidrios rotos que luego arrincona en un sutil lugar. Olvidó dónde está la pala, para poder recoger los restos. Disfruta levemente de su café. Logra recordar la ubicación del sostén.

En su afán por encontrarlo velozmente, olvida lo que ha quedado del frasco de azúcar en su piso. Siente un fuerte ardor. Un pequeño vidrio ha ingresado en la planta de su pie. Varias manchas rojas deja en el lugar.

—Las llaves. Dónde carajo están las llaves— repite una y otra vez. Cómo saldrá de su casa sin ellas, ¿cómo?; es en lo único que piensa.

El colectivo pasa frente a sus narices. Siempre le sucede igual y promete salir de su hogar cinco minutos antes. Promesa cada vez más lejana.
Cuando consigue un asiento en el bus siguiente dirige su mirada hacia la ventanilla. Descubre que en la cadena de favores ningún objeto está de su lado, ninguno está en su favor: no habría lastimado su pie si hubiera descubierto el escondite de la pala, si no hubiera empujado tontamente el frasco de azúcar, si hubiera tenido las pantuflas puestas, si no tuviera tanta prisa...

A decir verdad, a veces no entiende por qué se apresura en todo momento; por qué vive atormentada con el tiempo, con su propia ansiedad, si nadie la espera en ningún lugar... Nadie.

3 comentarios:

mün

me encantó... aunque ya le daré un respiro a sofia, no quiero que en la proxima entrada termine colgada de una soga... o con un balazo en la sien...

un beso morella, es lindo ver el diario vivir de nuestra chica.

Morella

jajaja...
creo que no tiene en planes el suicidio todavía, pero ande... dele un merecido respiro.
El diario le sirve de terapia, luego de escribir sus historias ahuyenta algunas de sus penas y se siente mejor. Me lo contó hoy tomandonos un café...

Un beso vecino

Danilo Gatti

lolita

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