Sofía no tiene muchos amigos. Luego de unos cuantos años de perderse en sus relativos períodos de autismo, una de las únicas amistades que le ha quedado es Lina.
Lina tiene un perro que no sabe ladrar (de tanto parecerse a su dueña). También espera que este mundo sea mejor y, además, vive convencida de que la vida la engañó.
Sofía, en cambio, no tiene perros... porque detesta los ladridos. Sabe que la gente no cambia: es algo que aprendió luego de chocar con varias piedras, pero lo entendió al fin. Y aún vive intentando engañar a la vida, en el preciso momento que le sea posible, sin importar compañías ni circunstancias.
Raro es el mundo, la gente, la misma historia, que une dos agujas tan diferentes en un mismo pajar.
viernes, octubre 16
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