lunes, diciembre 21
viernes, octubre 16
Antagónicos para aseverar
viernes, octubre 16
13
Sofía no tiene muchos amigos. Luego de unos cuantos años de perderse en sus relativos períodos de autismo, una de las únicas amistades que le ha quedado es Lina.
Lina tiene un perro que no sabe ladrar (de tanto parecerse a su dueña). También espera que este mundo sea mejor y, además, vive convencida de que la vida la engañó.
Sofía, en cambio, no tiene perros... porque detesta los ladridos. Sabe que la gente no cambia: es algo que aprendió luego de chocar con varias piedras, pero lo entendió al fin. Y aún vive intentando engañar a la vida, en el preciso momento que le sea posible, sin importar compañías ni circunstancias.
Raro es el mundo, la gente, la misma historia, que une dos agujas tan diferentes en un mismo pajar.
Lina tiene un perro que no sabe ladrar (de tanto parecerse a su dueña). También espera que este mundo sea mejor y, además, vive convencida de que la vida la engañó.
Sofía, en cambio, no tiene perros... porque detesta los ladridos. Sabe que la gente no cambia: es algo que aprendió luego de chocar con varias piedras, pero lo entendió al fin. Y aún vive intentando engañar a la vida, en el preciso momento que le sea posible, sin importar compañías ni circunstancias.
Raro es el mundo, la gente, la misma historia, que une dos agujas tan diferentes en un mismo pajar.
jueves, septiembre 24
jueves, septiembre 24
7
Una taza de café, un cigarrillo, y el alma que se le salía por la boca. Hay cosas que Sofía nunca termina de entender… y yo tampoco.
sábado, septiembre 19
Analogías para aseverar
sábado, septiembre 19
2
Sofía cree que su vida es una película de Hollywood.
Lo que no sabe es que su propio trailer es mucho más que eso.
martes, septiembre 8
Etcétera
martes, septiembre 8
2
Sofía soñaba con ser actriz. Soñaba ser bailarina de danza clásica. Soñaba con ser pintora; cineasta, tal vez; una gran artista musical; diseñadora de objetos extravagantes; escultora; fotógrafa...
Nunca consiguió ninguno de sus anhelos. Sabía que el arte estaba dentro suyo, esperando salir de un momento a otro, por una vez y para toda la vida. Pero de niña le enseñaron a ser una persona de bien, una mujer seria y con grandes proyectos, científicos tal vez. ¿Acaso el arte no puede ser considerado una seria forma de vida? A los ojos de la sociedad, claro que no.
Hoy Sofía se contenta con su trabajo de varias horas al día, aprovecha sus ratos libres para escribir; dibujar garabatos; tomar fotografías, por más tontas que parezcan; y llenarse de su rock, su Charly, su Fito, su flaco, su Luca, su Indio y todos los demás, los que nunca la han abandonado...
Podrá no ser una gran artista, pero Sofía sí sabe ser una gran melómana. ¡Y su pasión es para abrigarse!
Nunca consiguió ninguno de sus anhelos. Sabía que el arte estaba dentro suyo, esperando salir de un momento a otro, por una vez y para toda la vida. Pero de niña le enseñaron a ser una persona de bien, una mujer seria y con grandes proyectos, científicos tal vez. ¿Acaso el arte no puede ser considerado una seria forma de vida? A los ojos de la sociedad, claro que no.
Hoy Sofía se contenta con su trabajo de varias horas al día, aprovecha sus ratos libres para escribir; dibujar garabatos; tomar fotografías, por más tontas que parezcan; y llenarse de su rock, su Charly, su Fito, su flaco, su Luca, su Indio y todos los demás, los que nunca la han abandonado...
Podrá no ser una gran artista, pero Sofía sí sabe ser una gran melómana. ¡Y su pasión es para abrigarse!
lunes, agosto 24
Carta para Sofía
lunes, agosto 24
1
¿Dónde dejaste las palabras, Sofía, esa tarde de cenizas grises y pan con gusto a pobre?...
No hay defensa más gratuita que el triste sueño en tus pupilas, no lo pierdas, no lo cuentes, no lo cumplas mientras sean tus huesos más baratos que tu ropa. No lo sueltes, que es un perro hambriento devorándome el pellejo, mi sonrisa de conejo, los zapatos viejos y los ecos que todavía llevo puestos, amarrados a la sombra gacha y encorvada que me roba las pisadas.
Y no te escondas de sus risas, Sofía, que las carcajadas se le caen podridas de su hocico hermoso con olor a chicle, color de rosas y colonias caras de putas baratas, Sofía, no lo valen, pues no hay orgasmo mas tacaño que el que llueve entre sus piernas, es de-sierto como tú silencio, es envidia como tu deseo de florecer un jueves, en el techo de un agosto derrumbado por el miedo de los viejos, que rezan por pasarlo.
¿Dónde dejaste las palabras, Sofía, esa tarde de martes con olor a jueves?...
No hay defensa más gratuita que el triste sueño en tus pupilas, no lo pierdas, no lo cuentes, no lo cumplas mientras sean tus huesos más baratos que tu ropa. No lo sueltes, que es un perro hambriento devorándome el pellejo, mi sonrisa de conejo, los zapatos viejos y los ecos que todavía llevo puestos, amarrados a la sombra gacha y encorvada que me roba las pisadas.
Y no te escondas de sus risas, Sofía, que las carcajadas se le caen podridas de su hocico hermoso con olor a chicle, color de rosas y colonias caras de putas baratas, Sofía, no lo valen, pues no hay orgasmo mas tacaño que el que llueve entre sus piernas, es de-sierto como tú silencio, es envidia como tu deseo de florecer un jueves, en el techo de un agosto derrumbado por el miedo de los viejos, que rezan por pasarlo.
¿Dónde dejaste las palabras, Sofía, esa tarde de martes con olor a jueves?...
lunes, agosto 17
Ahora
lunes, agosto 17
3
Sofía despierta, en un día como todos los ya pasados; un día casual, normal y corriente. Pone a sonar algo de música; se decidió finalmente por algo de Carlos Alberto Solari. Luego abre de par en par la ventana. Poco le importa el frío que marca el termómetro del noticiero, pero sí puede sentir el hielo en sus blancos dedos del pie. Como todas las mañanas, salió e su cama apresurada sin ponerse las pantuflas.
—¿Dónde he dejado el sostén?— Se pregunta dando vueltas en círculo. Odia tener que usarlo, pero es otra de las tantas reglas femeninas a seguir, sin objeción. Debe vestirse rápidamente luego de la ducha bien caliente.
Sale del baño con su pelo totalmente mojado y sus mejillas hechas un fuego. Derrama algunas cuantas gotas en el camino y desaparece en la cocina. El café es su complemento necesario para cada mañana. Empuja el tarro de azúcar con un tonto movimiento. Éste estalla en varios pedazos. Barre los vidrios rotos que luego arrincona en un sutil lugar. Olvidó dónde está la pala, para poder recoger los restos. Disfruta levemente de su café. Logra recordar la ubicación del sostén.
En su afán por encontrarlo velozmente, olvida lo que ha quedado del frasco de azúcar en su piso. Siente un fuerte ardor. Un pequeño vidrio ha ingresado en la planta de su pie. Varias manchas rojas deja en el lugar.
—Las llaves. Dónde carajo están las llaves— repite una y otra vez. Cómo saldrá de su casa sin ellas, ¿cómo?; es en lo único que piensa.
El colectivo pasa frente a sus narices. Siempre le sucede igual y promete salir de su hogar cinco minutos antes. Promesa cada vez más lejana.
Cuando consigue un asiento en el bus siguiente dirige su mirada hacia la ventanilla. Descubre que en la cadena de favores ningún objeto está de su lado, ninguno está en su favor: no habría lastimado su pie si hubiera descubierto el escondite de la pala, si no hubiera empujado tontamente el frasco de azúcar, si hubiera tenido las pantuflas puestas, si no tuviera tanta prisa...
A decir verdad, a veces no entiende por qué se apresura en todo momento; por qué vive atormentada con el tiempo, con su propia ansiedad, si nadie la espera en ningún lugar... Nadie.
—¿Dónde he dejado el sostén?— Se pregunta dando vueltas en círculo. Odia tener que usarlo, pero es otra de las tantas reglas femeninas a seguir, sin objeción. Debe vestirse rápidamente luego de la ducha bien caliente.
Sale del baño con su pelo totalmente mojado y sus mejillas hechas un fuego. Derrama algunas cuantas gotas en el camino y desaparece en la cocina. El café es su complemento necesario para cada mañana. Empuja el tarro de azúcar con un tonto movimiento. Éste estalla en varios pedazos. Barre los vidrios rotos que luego arrincona en un sutil lugar. Olvidó dónde está la pala, para poder recoger los restos. Disfruta levemente de su café. Logra recordar la ubicación del sostén.
En su afán por encontrarlo velozmente, olvida lo que ha quedado del frasco de azúcar en su piso. Siente un fuerte ardor. Un pequeño vidrio ha ingresado en la planta de su pie. Varias manchas rojas deja en el lugar.
—Las llaves. Dónde carajo están las llaves— repite una y otra vez. Cómo saldrá de su casa sin ellas, ¿cómo?; es en lo único que piensa.
El colectivo pasa frente a sus narices. Siempre le sucede igual y promete salir de su hogar cinco minutos antes. Promesa cada vez más lejana.
Cuando consigue un asiento en el bus siguiente dirige su mirada hacia la ventanilla. Descubre que en la cadena de favores ningún objeto está de su lado, ninguno está en su favor: no habría lastimado su pie si hubiera descubierto el escondite de la pala, si no hubiera empujado tontamente el frasco de azúcar, si hubiera tenido las pantuflas puestas, si no tuviera tanta prisa...
A decir verdad, a veces no entiende por qué se apresura en todo momento; por qué vive atormentada con el tiempo, con su propia ansiedad, si nadie la espera en ningún lugar... Nadie.
viernes, agosto 7
Siempre puedes olvidar
viernes, agosto 7
2
Una noche de insomnio, como tantas otras noches pasadas, Sofía se sentó frente a su ventana. Encendió un cigarrillo y miró el paisaje que se le presentaba; por más oscuro que fuera ella lo conocía bien. Entendía no poder ver los árboles pero poco reparaba en ello, porque con sólo oír el movimiento de sus hojas, provocado por la brisa, ella sabría que estos seres que formaban parte de su paisaje estarían allí... acompañandola.
Concluía con el único remedio para su desvelo, pues, ya había intentado con otros métodos, pero nunca había conseguido el sueño. Por eso, este hecho logró convertirse en su rutina nocturna.
A pesar de aborrecer todas, o casi todas las rutinas cotidianas, no podía quejarse de esta misma, ya que pertenecía a su propio beneficio.
Luego de varias noches en vela, Sofía descubrió algo completamente efímero; pero este algo logró cambiar su modo de ver las cosas. El suceso era leve y ruidoso: un avión, a lo lejos, aparecía por el oeste y se perdía en el este. Comenzaba el recorrido a su derecha, y se perdía de vista a su misma izquierda. Poco importaba, realmente, la ubicación del objeto volador. Como todos los entes que pasan por la Tierra: descubre su andar en un extremo y, siempre, sin excepción, se pierde en el otro extremo.
Se preguntaba si esta cuestión, que poco o nada tenía de extra-ordinario, podría llegar a responder una de sus tantas preguntas. Las cosas simples siempre suelen hacerlo. Y así fue: descubriendo el andar del avión y el lejano pero hermoso destello de una estrella, Sofía halló una convincente respuesta.
Su libertad no la encontraría en la verdad. Tampoco en sus sentimientos. Y mucho menos en su pensar. Su libertad no dependía de encontrarse detrás de unas oxidadas rejas. Tampoco la descubriría sin pertenecer a alguna persona determinada. Mucho menos buscándola.
La Libertad la hallaría cuando, como aquel avión, descubriera su propio vuelo al fin.
Porque en el fondo, el misterio, sólo será esa gran estrella.
Dedicado a mi compañero Bang, Bang...
Concluía con el único remedio para su desvelo, pues, ya había intentado con otros métodos, pero nunca había conseguido el sueño. Por eso, este hecho logró convertirse en su rutina nocturna.
A pesar de aborrecer todas, o casi todas las rutinas cotidianas, no podía quejarse de esta misma, ya que pertenecía a su propio beneficio.
Luego de varias noches en vela, Sofía descubrió algo completamente efímero; pero este algo logró cambiar su modo de ver las cosas. El suceso era leve y ruidoso: un avión, a lo lejos, aparecía por el oeste y se perdía en el este. Comenzaba el recorrido a su derecha, y se perdía de vista a su misma izquierda. Poco importaba, realmente, la ubicación del objeto volador. Como todos los entes que pasan por la Tierra: descubre su andar en un extremo y, siempre, sin excepción, se pierde en el otro extremo.
Se preguntaba si esta cuestión, que poco o nada tenía de extra-ordinario, podría llegar a responder una de sus tantas preguntas. Las cosas simples siempre suelen hacerlo. Y así fue: descubriendo el andar del avión y el lejano pero hermoso destello de una estrella, Sofía halló una convincente respuesta.
Su libertad no la encontraría en la verdad. Tampoco en sus sentimientos. Y mucho menos en su pensar. Su libertad no dependía de encontrarse detrás de unas oxidadas rejas. Tampoco la descubriría sin pertenecer a alguna persona determinada. Mucho menos buscándola.
La Libertad la hallaría cuando, como aquel avión, descubriera su propio vuelo al fin.
Porque en el fondo, el misterio, sólo será esa gran estrella.
Dedicado a mi compañero Bang, Bang...
miércoles, agosto 5
el derecho que le otorga el recordar
miércoles, agosto 5
1
Cuando las horas caen dormidas en la alfombra, Sofía las cubre con su manta para no recordar. A algunas les roba una palabra, un olor o un sentimiento, y los guarda entre las páginas amarillentas de algún libro que cuenta historias a las pelusas del placar. Así, esas historias inventadas por otros ahora le pertenecen por derecho, el derecho que le otorga el recordar. ¿Como no van a ser de ella los cabellos largos del amor y otros demonios, si llevan su olor?, y las ultimas palabras de la niebla ¿acaso no las dijo hace unos días, en los brazos del sofá mientras tomaba el primer café de la mañana? Sí, si las dijo, las dijo y las pensó, porque ella no acostumbra a hablar sin pensar, al menos un segundo antes, el peso de las palabras que dispara por su boca, que es del calibre veintidós, especial para un crimen pasional, para dejarte los pelos de punta si se olvida del segundo, del seguro que lleva ante la, a veces necesaria, impulsividad.
domingo, agosto 2
Credulidad
domingo, agosto 2
7
"Las uvas viejas de un amor en el placard, son esas cosas que te están amortajando... Haciendo esta salvedad, tu mente ya estará progresando." Pescado Rabioso.-
Era una noche fría en la casa de los espíritus. Las ratas se habían multiplicado, pues en la última visita sólo parecían ser cinco asquerosos roedores corriendo y ocultándose en la gran casona.
Sofía se encontraba tendida en una antigua cama, llena de telarañas, suciedad y vaya uno a saber cuántos otros animalitos de dios. Desde el dormitorio podía oír el movimiento de cada roedor en el piso inferior, y sólo con eso le alcanzaba para repugnarse.
Odiaba estar en ese lugar, pero una noche a la semana le tocaba pasar la estadía allí... Llegaron los ruidos usuales en la gran ventana frontal.
Cabía en su cabeza pensar que eran sólo las ramas del gran naranjo seco ubicado en la entrada, pero ella sabía que no era así: el gran monstruo azul había logrado atraparla nuevamente, y esa noche era algo más que aterradora.
Mientras secaba las lágrimas con su sweater esperaba la llegada de su salvador; algún noble caballero que se atreviera a sacarla de ese espantoso lugar habitado por el gran monstruo azul. En vano, lloró y esperó. El héroe nunca llegó.
En ese momento Sofía despertó y volvió a perderse el final de su horroroso sueño. La pesadilla se había acabado sin un anunciado cierre de novela. O quizá la historia siempre terminaba así, esperando inútilmente a un superhéroe.
De nada sirve, a veces, mirar más a lo lejos en un paisaje azul. De nada sirve mirar donde solamente hay: nada.
miércoles, julio 29
Arcanos
miércoles, julio 29
2
Sofía es una mujer sutil y sociable. Eso cree, al menos. Le agrada conversar con la gente, sobre todo, escuchar las palabras del otro. Es su profesión, lo que ha hecho toda su vida.
Por este motivo, o quizá por algún otro también, tiene muchos secretos. No sabe contarlos, no encuentra una sola persona en su cabeza cada vez que quiere expresar algún arcano.
Tal vez sólo ha nacido para escuchar; un gran orgullo es, no hay mucha gente que sepa hacerlo hoy en día.
Sofía sabe que si las voces del tiempo deciden aparecer y vengarse, tendrá que abrir la boca o la gran caja de Pandora, soltar la lengua y despojarse de sus pequeños secretos. De los grandes también.
Hasta entonces, seguirá oyendo. No dejará su mejor oficio por no alejarse de los demás, y por mantener a salvo cada uno de sus arcanos.
Por este motivo, o quizá por algún otro también, tiene muchos secretos. No sabe contarlos, no encuentra una sola persona en su cabeza cada vez que quiere expresar algún arcano.
Tal vez sólo ha nacido para escuchar; un gran orgullo es, no hay mucha gente que sepa hacerlo hoy en día.
Sofía sabe que si las voces del tiempo deciden aparecer y vengarse, tendrá que abrir la boca o la gran caja de Pandora, soltar la lengua y despojarse de sus pequeños secretos. De los grandes también.
Hasta entonces, seguirá oyendo. No dejará su mejor oficio por no alejarse de los demás, y por mantener a salvo cada uno de sus arcanos.
lunes, julio 27
Despiértate nena!!
lunes, julio 27
3
El piso de Sofía le cobraba una huella por cada paso que daba a la cocina, y ella, descalza, con gusto las pagaba. Le gustaba sentir como el frío de las cerámicas rotas le besaba los pies, subiendo por sus piernas, deteniéndose justo antes de llegar hasta su sexo, pues este no aceptaba a cualquiera, para terminar abrigándose en el calor de una taza de café. Fuego, play, un cigarrillo y ya no estaba sola. ¿Cómo iba a estarlo, con un Charly delirante gritándole que está verde, que no lo dejan salir?
Esa mañana había que aprovechar que Marta, la señora de al lado, estaba de viaje, Julia, la de arriba, llevaba un poco mas de media hora en el laburo y por ultimo, el vecino de Julia, don José, que había quedado sordo hace años en el ejercito por culpa de un cañón cargado que se le disparó mientras él, apoyado en el acero negro, tomaba una siesta mientras el resto del pelotón lavaba baños, barría pisos y cuantas otras cosas que acostumbraban hacer, con suerte sentiría el vibrar de las ventanas. Tres razones más que suficientes para reventar los parlantes si quisiera. Y, desafortunadamente, lo hizo.
El disco giraba con despiértate nena. El flaco le hablaba al rayo, y Sofía, abandonada a una locura digna de un Stone cualquiera, ya empezaba a bailar.
Le siguieron post crucifixión y ana no duerme, pero no fue hasta que llegó instituciones que el parlante empezó a lanzar chispas por toda la cocina.
Los primeros cinco segundos fueron de desorientación, los que llegaron después, de un pánico paralizante..
Mientras el resto de las chispas iban atolondradas, contra el suelo y se apagaban, una, mas astuta, prefirió la cortina gris de la ventana.
Rápidamente la chispa se hizo fuego y la horrible tela de a poco fue desapareciendo. Le habría tocado la misma suerte al estante, y quizás, una mucho mas desafortunada al calefón que colgaba a su lado, si Sofía no hubiese despertado de su estado de shock lanzando tres jarros de agua.
La cocina se llenó de humo, el piso quedó empapado, la ventana sin cortina y Sofía sin bailes ni canciones.
Ahora sí estaba sola.
Esa mañana había que aprovechar que Marta, la señora de al lado, estaba de viaje, Julia, la de arriba, llevaba un poco mas de media hora en el laburo y por ultimo, el vecino de Julia, don José, que había quedado sordo hace años en el ejercito por culpa de un cañón cargado que se le disparó mientras él, apoyado en el acero negro, tomaba una siesta mientras el resto del pelotón lavaba baños, barría pisos y cuantas otras cosas que acostumbraban hacer, con suerte sentiría el vibrar de las ventanas. Tres razones más que suficientes para reventar los parlantes si quisiera. Y, desafortunadamente, lo hizo.
El disco giraba con despiértate nena. El flaco le hablaba al rayo, y Sofía, abandonada a una locura digna de un Stone cualquiera, ya empezaba a bailar.
Le siguieron post crucifixión y ana no duerme, pero no fue hasta que llegó instituciones que el parlante empezó a lanzar chispas por toda la cocina.
Los primeros cinco segundos fueron de desorientación, los que llegaron después, de un pánico paralizante..
Mientras el resto de las chispas iban atolondradas, contra el suelo y se apagaban, una, mas astuta, prefirió la cortina gris de la ventana.
Rápidamente la chispa se hizo fuego y la horrible tela de a poco fue desapareciendo. Le habría tocado la misma suerte al estante, y quizás, una mucho mas desafortunada al calefón que colgaba a su lado, si Sofía no hubiese despertado de su estado de shock lanzando tres jarros de agua.
La cocina se llenó de humo, el piso quedó empapado, la ventana sin cortina y Sofía sin bailes ni canciones.
Ahora sí estaba sola.
sábado, julio 25
Pensando en sí mismos
sábado, julio 25
5
Sofía no sólo se contentaba con los dos terrones de azúcar hundidos por demás en su café, sino también lo hacía con las películas. Ella amaba el cine.
Desde pequeña soñaba con ser actriz. Añoraba ser como aquellas hermosas mujeres que lograban todo con una mirada, y cuando no, una palabra lo remediaba. Se alegraba frente a la tv.
La actriz principal, en las novelas, solía fingir ser mucama de alguna finca; el patrón se enamoraba de ella y luego se casaban, soportando antes unos cuantos pleitos ocasionados por motivos tales como: diferencias sociales, aparición de alguna novia del millonario dueño del rancho, un posible parentesco familiar entre los enamorados impidiendo su relación, etcétera.
Luego de un tiempo todas las novelas eran iguales, Sofía lo notaba. ¿Acaso los guionistas lo escribían pensando en sí mismos? ¿Acaso hoy, tal vez, lo hacen? Nunca lo supo. Pero sí reparó en dejar de ilusionarse con aquellas cuestiones noveleras. No existía tal historia: ningún millonario guapo vendría a buscarla a su hogar y, además, ella tampoco era ninguna mucama.
Se acabaron las historias del mediodía en su televisor. Prefería amargarse con el número de muertos a causa de robos en su país, viendo el noticiero. Al fin y al cabo, esa era su realidad.
En cuanto lo supo decidió cambiar las novelas por el cine. En verdad, con la gran variedad de películas, uno puede decidir perfectamente qué poner frente a sus ojos en un lugar como aquel. Cada vez que tenía unos billetes por demás sacaba dos entradas para la primer función de la tarde. Buscaba alguna amiga que la acompañara, pero claro, andaban ocupadas con algún 'filito' o preferían ir a comprar nuevas ropas.
Nadie compartía la afición al cine de Sofía. Por eso, al cabo de un tiempo de resignación, comenzó a comprar una sola entrada. Pues ella no tenía ningún novio, ni esposo, ni amante que la acompañara, pero sí tenía ese grato gusto por las películas románticas. Y de todos modos, sola o acompañada, al verlas en la gran pantalla: lloraría igual.
Desde pequeña soñaba con ser actriz. Añoraba ser como aquellas hermosas mujeres que lograban todo con una mirada, y cuando no, una palabra lo remediaba. Se alegraba frente a la tv.
La actriz principal, en las novelas, solía fingir ser mucama de alguna finca; el patrón se enamoraba de ella y luego se casaban, soportando antes unos cuantos pleitos ocasionados por motivos tales como: diferencias sociales, aparición de alguna novia del millonario dueño del rancho, un posible parentesco familiar entre los enamorados impidiendo su relación, etcétera.
Luego de un tiempo todas las novelas eran iguales, Sofía lo notaba. ¿Acaso los guionistas lo escribían pensando en sí mismos? ¿Acaso hoy, tal vez, lo hacen? Nunca lo supo. Pero sí reparó en dejar de ilusionarse con aquellas cuestiones noveleras. No existía tal historia: ningún millonario guapo vendría a buscarla a su hogar y, además, ella tampoco era ninguna mucama.
Se acabaron las historias del mediodía en su televisor. Prefería amargarse con el número de muertos a causa de robos en su país, viendo el noticiero. Al fin y al cabo, esa era su realidad.
En cuanto lo supo decidió cambiar las novelas por el cine. En verdad, con la gran variedad de películas, uno puede decidir perfectamente qué poner frente a sus ojos en un lugar como aquel. Cada vez que tenía unos billetes por demás sacaba dos entradas para la primer función de la tarde. Buscaba alguna amiga que la acompañara, pero claro, andaban ocupadas con algún 'filito' o preferían ir a comprar nuevas ropas.
Nadie compartía la afición al cine de Sofía. Por eso, al cabo de un tiempo de resignación, comenzó a comprar una sola entrada. Pues ella no tenía ningún novio, ni esposo, ni amante que la acompañara, pero sí tenía ese grato gusto por las películas románticas. Y de todos modos, sola o acompañada, al verlas en la gran pantalla: lloraría igual.
viernes, julio 24
Dos terrones más de azúcar
viernes, julio 24
1
El chico del espejo conocía la manera de derretir los labios de Sofía. Ella a su vez, desconocía la existencia del ‘’método’’ que él usaba para abrir su piel, nada mas cedía ante el reflejo sucio y desaliñado, deseando que por una vez, aquel instante fuera infinito.
Si ella servía café por la mañana, él, en puntas de pie para que Sofía no lo oyera, llegaba hasta su taza y le hundía dos terrones más de azúcar. Lo que para un diabético seria sobre dosis, para Sofía era una sonrisa.
Nunca entendió por qué cuando tomaba café, sola en la cocina, su boca no le daba más que para una mueca y un bostezo.
Si ella servía café por la mañana, él, en puntas de pie para que Sofía no lo oyera, llegaba hasta su taza y le hundía dos terrones más de azúcar. Lo que para un diabético seria sobre dosis, para Sofía era una sonrisa.
Nunca entendió por qué cuando tomaba café, sola en la cocina, su boca no le daba más que para una mueca y un bostezo.
Sofía & compañía.
Sofía es una muchacha multifacética, ciclotimica y misteriosa. Nos proponemos develar los recurrentes enigmas que se le presentan día a día y con dificultad en la sociedad; esas dificultades dignas de gritar debajo de la almohada. Así también descubriremos su personalidad, sentimientos, acciones, pensamientos, la influencia del tumulto de gente y la gran soledad que la rodea.
Bang, bang, bang... estoy muerto and Morella.
Sofía es una muchacha multifacética, ciclotimica y misteriosa. Nos proponemos develar los recurrentes enigmas que se le presentan día a día y con dificultad en la sociedad; esas dificultades dignas de gritar debajo de la almohada. Así también descubriremos su personalidad, sentimientos, acciones, pensamientos, la influencia del tumulto de gente y la gran soledad que la rodea.
Bang, bang, bang... estoy muerto and Morella.
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